Alguna vez te has preguntado, ¿Qué hay detrás de un producto que tienes en el frigorífico y que, tanto para niños como para muchos adultos, es un manjar y un apaño para un momento inesperado? ¡Un queso!

Detrás de él, hay multitud de personas que tienen que cumplir con una barbaridad de requisitos para que todo esté en perfecto estado.

Empezamos por las valoraciones de las explotaciones que hacen los veterinarios para verificar que los animales están sanos. A esto le sumamos que en las queserías no solo están las auditorias sanitarias donde se controla que todo cumple con los parámetros establecidos por las diferentes normativas, desde los PH hasta si está sucio el suelo de una sala; sino que también hay multitud de papeles que las distintas administraciones, no solo nacionales sino también provinciales, te exigen para que el fabricante esté seguro de que el producto que los consumidores tenemos en casa cumple con todo, como por ejemplo las curaciones de un queso (si es tierno, semicurado, curado, añejo), la pasteurización o la maduración mínima si es de leche cruda, el envasado…etc.

Todos estos pasos de control se denominan TRAZABILIDAD. Es importante que como consumidor se sepa que los productos están controlados y se les hace un seguimiento exhaustivo desde el primer momento; y si encima es un producto alimentario con mucha más atención.

En los quesos, la trazabilidad hace que se pueda saber desde qué oveja ha dado la leche de ese queso que tienes en encima la mesa en tu cena de cumpleaños…curioso ¿verdad?