10 grandes bodegueros españoles que debes conocer (parte 2)
Julia Casado, La del Terreno – Bullas, Murcia
Después de cambiar su carrera de violonchelista por la de enóloga, Julia Casado pidió un modesto préstamo bancario en 2015 y construyó una bodega modular “prefabricada” en medio de una reserva natural en Bullas, Murcia. A pesar de no tener ninguna relación con la región, consiguió establecer vínculos con los productores locales y crear una próspera marca de vinos naturales.
Muchos lectores conocerán Jumilla, incluso Yecla; menos conocerán Bullas. Sin embargo, Casado cree que ésta es la mejor región del sureste español para elaborar una Monastrell pura y expresiva. En contraste con la calurosa y semiárida Jumilla, Bullas es una región relativamente fresca y verde en la que crecen viejas cepas de secano a gran altura (unos 800 metros). La del Terreno (nombre local de la monastrell) de Casado ejemplifica su ligereza. Evitando el roble, se centra en la expresión frutal y aromática de esta variedad, que ella describe como “dura… pero con un corazón realmente tierno, como la madera que envuelve a la madera”.
En el verano de 2020, Casado trasladó su bodega 50 km al este de su emplazamiento original en Venta del Pino a Caravaca, en la Comarca del Noroeste. En Caravaca, donde ya trabaja con 3 hectáreas de viñedos alquilados, ha plantado otras 6 hectáreas como parte de un colectivo que trabaja para preservar la tradición agrícola de la zona y promover la agricultura regenerativa. Este movimiento parece la siguiente fase de un inspirador proyecto en solitario de esta joven e ingeniosa viticultora.
Aunque Alvar de Dios, de 35 años, está ligado a la tradición de los vinos tintos de su Toro natal, confiesa que no le inspira demasiado la Tinta de Toro (nombre de la región para el Tempranillo). Desde 2015, su búsqueda de los vinos de terruño de mayor calidad le ha llevado a una hora de camino hacia el oeste, a Arribes, una región con DO solo desde 2007. Aquí, en Villadepera, está en sintonía con algo muy emocionante.
A sólo 2 km de la frontera portuguesa, Villadepera es una zona escarpada de puros esquistos volcánicos, mientras que la mayor parte de Arribes es de granito y arena. Al beneficiarse de la influencia refrescante del río Duero, es más verde, más montañosa y más fresca que más al sur. También hay una fuerte influencia gallega/berciana: los nativos de estas regiones que emigraron para trabajar en las minas de plata de Villadepera coplantaron variedades como Mencía, Merenzao y Verdejo Negro en pequeñas parcelas familiares. De Dios trabaja con 36 de estas parcelas que cubren apenas 5 hectáreas.
De Dios es amigo de Fernando García y Daniel Landi, de Comando G, y fue director de bodega en Marañones de 2010 a 2015. Su sensibilidad por los vinos blancos es evidente a través de su trabajo con la uva Albillo en Marañones, y es fascinante probar sus expresiones contrastadas de Doña Blanca una al lado de la otra: Vagüera, procedente de una parcela de arcilla rica en hierro y piedra caliza en Toro, es atrevido y opulento; Las Vidres, procedente de un suelo pobre y esquistoso en Arribes, es todo delicadeza y mineralidad petrificada. También hay que prestar atención a su tinto Yavallo, de Villadepera. Una mezcla de viejas cepas de Merenzao, es un mundo aparte de los tintos de cuello de toro, mostrando una delicadeza terrosa y oral que tiene más en común con el Jura.
Es Jerez, Jim, pero no como lo conocemos. Con sede en El Puerto de Santa María, la joven pareja formada por Alejandro (Alex) Narváez y Rocío Aspera surca su propio e idiosincrático surco en las tierras albarizas de Jerez. Trabajando fuera del marco reglamentario de la D.O. Jerez, elaboran una gama de vinos fascinantemente diversa: palominos de un solo lugar sin atar, tintos con crianza en ánfora, vinos de naranja, espumosos de método ancestral.
Aunque el dúo elaboró su primer vino en 2012, sólo desde 2014 Narváez y Aspera trabajan en su propia bodega. Narváez pasó previamente dos años trabajando en Château Smith Haut Latte, en Graves, de donde se llevan algunas barricas. Apuestan por la agricultura ecológica -de hecho, Bodega de Forlong es la única bodega del triángulo de Jerez cuya gama completa cuenta con certificación ecológica- y por métodos naturales de estabilización y conservación de sus vinos.
Inicialmente centrados en tintos de Tintilla, en 2015 iniciaron la vertiente jerezana de su proyecto. Lo elaboran sin fortificación, sino que las uvas se secan parcialmente para concentrar los azúcares y alcanzar los 15 grados de alcohol potencial, con el fin de que se desarrollen. Su mayor pasión, sin embargo, es recuperar el vino de pasto – esencialmente vinos de mesa de alta calidad con uvas locales (principalmente Palomino Fino). Elaborados sin fortificación, sin crianza oxidativa o biológica, sin soleras ni criaderas, sirven para poner en valor los mejores viñedos de la región y el infravalorado terruño de la albariza.
Carmelo Peña Santana: Bien de Altura – Gran Canaria, Canary Islands
Después de haber trabajado para Dirk Niepoort en el valle del Duero en Portugal durante dos años, y de haber colaborado en cosechas en Itata, Chile, con Pedro Parra y en el Bierzo, en la península, con Raúl Peréz, Peña, de 33 años, regresó a su tierra natal, Gran Canaria, en 2017. Una vez de vuelta, no perdió tiempo en establecer proyectos que ayudarán a dene el enfoque de terroir de los vinos canarios en los próximos años.
El principal proyecto de Peña es Bien de Altura, que se centra en la agricultura ecológica, las variedades locales y los lugares de gran altitud (1.100-1.500 m) en las colinas de San Mateo. La primera etiqueta es Ikewen, que pretende “expresar Gran Canaria en una botella”. Desde la añada 2019 se une Tidao, procedente de una parcela centenaria de Listán Negro, Listán Blanco y Listán Prieto.
Otra vertiente de Bien de Altura, bautizada como El3mento, es una colaboración pan-grancanaria-douro con su amigo Luís Pedro Cândido (enólogo de mesa de Niepoort). Peña también está ocupado en Lanzarote: el proyecto Puro Rofe le permite elaborar vinos con Rayco Fernández. Tanto en sus tintos volcánicos con pimienta como en sus blancos tersos y cristalinos, los vinos de Peña destacan por su frescura y nitidez, que son una fiel aplicación del principio de Niepoort de “infusión, no extracción” al terruño volcánico de influencia atlántica de Canarias.
Tatjana Peceric: Coreografía – Montsant, Catalonia
Tatjana Peceric fue bailarina profesional de folclore en su Serbia natal hasta los 24 años; fue entonces cuando, inspirada por la cultura gastronómica que presenció durante una gira por Francia como parte de su grupo de baile, le picó el gusanillo del vino. Un variado aprendizaje del vino la llevó a Suiza, Nueva Zelanda, Burdeos y Canadá antes de que el Priorat capturara su imaginación.
Peceric viajó por primera vez a la región en 2016 tras conocer a Dominik Huber, de Terroir al Limít, mientras trabajaba en Suiza. Aunque solo pretendía quedarse en el país, su sensibilidad por la garnacha la llevó rápidamente a convertirse en la enóloga principal de Huber, no solo para Terroir al Limít, sino también para Terroir Sense Fronteres, su proyecto de escisión en el vecino Montsant.
Su proyecto personal, Coreografía (primera añada 2018), la lleva a explorar los viñedos más frescos y de mayor altitud de la región. Su único vino hasta el momento, Pas de Deux, es una mezcla de Garnacha y Cariñena cuyo nombre es un homenaje a su vida anterior como bailarina. La elaboración del vino es muy parecida a la de Terroir Sense Fronteres: extracción suave, fermentaciones de racimos enteros, evitar el roble y buscar un alcohol bajo. Lo que es diferente es el terruño: para Pas de Deux, Peceric se abastece de uvas de dos viñedos cultivados biodinámicamente en Cornudella de Montsant, la zona más fría de la región. Estas parcelas elevadas de arcilla rica en hierro y yeso proporcionan una expresión neta y oral de la Garnacha y una Cariñena expresiva y enérgica. Peceric los hace bailar juntos con gracia.
Durante tanto tiempo a la sombra del Priorat, Montsant está entrando sin duda en el punto de mira del mundo del vino. Esperen oír hablar más de Peceric y de sus vinos a medida que el ascenso de la región continúe.
Pablo Matallana: La Bardona, Bimbache, Taro – Canary Islands
Nacido de una parcela alquilada de 0,5 ha de Listán Negro en Tegueste, en el norte de Tenerife, La Bardona es el vino con el que Pablo Matallana, que entonces tenía 26 años, comenzó su carrera vitivinícola en 2015. Tras una estancia en Chile en 2016, retomó el trabajo en La Bardona en 2017, poniéndose también a trabajar en dos proyectos que constituyen el núcleo de su labor actual: Taro, en Lanzarote, y Bimbache, en El Hierro, este último en colaboración con Rayco Fernández, de Puro Rofe (véase más arriba).
Utilizando variedades de uva autóctonas, fermentaciones naturales y un mínimo de azufre, el objetivo es expresar la personalidad de cada isla. En El Hierro, que goza de una mayor variabilidad de altitud, la uva más importante es la Verijadiego Blanco del Hierro, de alta acidez; en los viñedos de Lanzarote, principalmente de grava volcánica, predominan la Malvasía Volcánica, la Listán Blanco y Tinto, y la Diego.
Dado que El Hierro -la isla canaria más pequeña y menos poblada- es un territorio relativamente desconocido, Bimbache es quizás la más intrigante de las empresas de Matallana. Aunque él y Fernández son pioneros en la elaboración de vinos de terruño para el paladar moderno, también intentan revivir la tradición con el vino de pata de El Hierro, un vino al estilo de Madeira con un increíble potencial de envejecimiento.